Sin darme cuenta llegó la primavera. Y como si fuera un agradable sueño, desperté en Noruega. Esta vez más sereno, y todavía más acogido si cabe. La dureza del trabajo pasa casi desapercibida por la sonrisa de la gente y por lo que cada día aprendo.
Por supuesto que hay objetivos, pero el disfrute del camino no tiene precio.